Hace dos semanas decidimos ir al Charco de los Hurones. Yo sólo había estado allí una vez, de pequeña, con mis padres, recordaba un paisaje idílico rodeado de naturaleza y aguas cristalinas.
A veces los recuerdos de la infancia se idealizan y tampoco conservaba una imagen clara en mi cabeza, más bien tenía una mezcla de distintas escenas y sensaciones sumergidas en la niebla típica de los recuerdos remotos. Quería ver cuales eran reales y cuales había fabulado el paso de los años. También quería enseñarle a Sole, ese lugar del que tanto le había hablado, sin saber realmente si todo lo contado estaba allí.
La excusa para ir era la existencia, junto al Charco, de una importante colonia de buitres leonados.
Así que José, Fran, Sole, Dillon y yo nos encaminamos por la antigua carretera de Cortes y llegamos a Algar, donde nos explicaron que nos habíamos desviado de nuestro destino. No hay que desviarse hacia Algar, hay que seguir un poco más por la carretera de Cortes, después del cruce de Algar, y la siguiente salida a la izquierda es la carretera hacia el Charco de los Hurones. De nuevo volvimos a equivocarnos y llegamos al poblado, donde está la presa y el pantano. Volvimos sobre nuestros pasos. El acceso al Charco está junto a un puente en esa encantadora carretera.
Si queréis una descripción más clara y elocuente sobre como llegar, aquí os dejo un enlace a la entrada "Carreteras con encanto: Por el Charco de los Hurones" del fantástico blog de José y Agustín García Lázaro, "Entorno a Jerez":
http://entornoajerezrutas.blogspot.com.es/2009/12/por-el-charco-de-los-hurones.html
Por fin llegamos, dejamos nuestro coche en un ensanchamiento del arcén, donde había varios contenedores de basura, y comenzamos a caminar. Veíamos coches aparcados en la rivera de la carretera y en una bajada que partía de ella, pero no veíamos a la gente, pasamos por debajo del puente y el panorama era desolador:
Allí, en plena naturaleza, estaban los restos de unas construcciones, que parecían recientes, pero que estaban abandonadas y repletas de basura de todo tipo. Todo el camino estaba regado de bolsas, envases, botellas de vidrio rotas, etc...
El lugar de mis sueños infantiles ¿se había convertido en un vertedero?
Escuchamos risas de niños y chapoteos, continuamos andando en la dirección del sonido, y entonces las imágenes del pasado se configuraron nítidas ante mi, allí estaba, tal y como lo recordaba:
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Hemos añadido un filtro a la imagen, para proteger la identidad de los bañistas, sobre todo la de los niños |
En medio de una imponente arboleda, y con un roquedo de fondo, se abría una pacífica poza de aguas transparentes, a ella llegaba un alegre riachuelo, y desde ella partía otro corriente abajo. Agua dulce y limpia. Al sonido del agua se unían las cigarras y múltiples cantos de pájaros.
Claro que si apartabas la vista de esta zona, todo lo demás era basura regada por allí y por aquí.
¿Cómo se puede dejar basura en un paraje así?
Estuvimos hablando con algunos bañistas y nos contaron que en 1998 se construyeron allí lavabos y cocinas como acondicionamiento de un area recreativa o zona de acampada, esto se hizo antes de obtener los permisos reglamentarios, que al final no llegaron nunca. La zona no cumple los requisitos de seguridad para este uso.
Mientras nos contaban esto, yo pensaba en la carretera por la que habíamos llegado, es realmente preciosa, pero en caso de incendio forestal sería una auténtica ratonera sin salida.
También nos contaron que estaba prohibida la acampada y, por supuesto, hacer cualquier tipo de fuego.
El riesgo de incendio es muy alto. Incluso sin hacer fuego, con todas aquellas botellas de vidrio junto a matorral seco, lo raro es que no haya pasado nada aún.
Seguía sin entender la situación actual de aquel paraje. Vale, no se puede acampar. La gente va allí a pasar el día. Pero ¿Por qué dejan allí la basura? Es cierto que allí no hay papeleras, pero en la carretera hay varios contenedores. ¿Tanto trabajo cuesta recoger en una bolsa los residuos generados y llevarlos al contenedor? ¿O incluso a casa?
Es de sentido común, no estropear una zona donde disfrutamos y queremos seguir disfrutando.
Sole me preguntó si yo recordaba toda aquella basura allí. Le contesté que no, que la generación de mis padres era más respetuosa que la mía en muchas cuestiones, en las Medioambientales también. Aunque nosotros nos creamos más formados y más "sofisticados".
Estaba totalmente decepcionada.
Los que no me decepcionaron fuero los buitres leonados (Gyps fulvus). Al menos pudimos deleitarnos con sus idas y venidas a las puntas rocosas que se divisan desde el Charco.
Las fotos no son muy buenas, nuestro objetivo no daba para más. Pero pudimos ver como sacaban el "tren de aterrizaje" cuando se acercaban a los riscos:
Con sus 10 kg de peso y sus más de 250 cm de envergadura son una de las rapaces más grandes que pueden observarse en la Península Ibérica.
En el mes de julio los ejemplares nuevos dan sus primeros vuelos, así que es posible que alguno de los avistados ese día fueran "novatillos". Como nosotras en esto de observar a las aves, je, je.
En esta foto podemos ver el largo cuello con las filoplumas blancas, adaptado para poder adentrar la cabeza en la carroña y alimentarse:
Sus colores térreos son los que precisamente le dan el nombre de "leonados", esa gama de colores suaves y su lentitud en el vuelo, les hacen tener un aire solemne y elegante.
Tenemos la esperanza de volver algún día y encontrar el paraje de mi infancia, libre de inmundicias. Y que Sole pueda enseñarlo a sus hijos, y estos a los suyos ...